“Todas las cosas ha hecho Jehová para sí mismo, Y aun al impío para el día malo.”
(Proverbios 16.4; RVR 1960)
Saludos y bendiciones del Altísimo. En el día de hoy estaré iniciando una serie de breves estudios sobre las Doctrinas de la Gracia.
Es bueno, a manera de introducción, precisar algunas cosas, siendo la primera de estas que las Doctrinas de la Gracia no son “Calvinistas”. Aunque es imposible hablar sobre estas doctrinas sin referirnos al teólogo francés Juan Calvino (1509-1564) y a la brillante y edificante manera en que las sistematiza en sus escritos y sermones (particularmente en su ampliamente conocida obra Institución de la Religión Cristiana), la verdad es que la labor de Calvino fue permitirse a sí mismo ser guiado por el texto bíblico, sin importar si el resultado era simpático o no.
Desde los primeros versos en las Sagradas Escrituras, nos damos cuenta de que todo gira en torno a la grandeza y a la soberanía de Dios nuestro Padre. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” es probablemente la segunda cita más conocida de toda la Biblia, y plantea con muy pocas palabras suficientes verdades acerca de Dios como para entender su Pre-Existencia (es quien hizo todo, por lo tanto es diferente a su creación y existe antes que ella), su Eternidad (mientras todo tiene un comienzo, el Creador no lo tiene), su Omnipotencia (en términos humanos, toda la energía que circula alrededor del universo proviene de su Palabra Poderosa y Creadora) y Omnisciencia (todo lo diverso de lo creado se encuentra tan eficientemente equilibrado gracias al completo conocimiento que tiene el Creador del por qué y para qué todo fue hecho), pero igualmente (y por todo lo anterior) su Soberanía: nuestro Dios no pide permiso a nadie para crear según desea, no necesita la ayuda de nadie más que su propio Trino Ser para formar y llamar a existencia todo lo creado (Romanos 4.17), tanto es así que el hombre es creado hasta el final, una manera de indicar el valor que este tiene en el Plan Eterno de Redención, pero igualmente su insuficiencia y pequeñez. Las Doctrinas de la Gracia son propias del Ser de Dios, y tienen que ver con la soberanía suya, la que le lleva a crear “todas las cosas para sí mismo” (como indica el verso de Proverbios con el que introducimos).
Además de esto, las Doctrinas de la Gracia, son resumidas y popularmente conocidas en el acróstico “TULIP” (“Tulipán” en inglés):
T – Total Depravity (Depravación Total)
U – Unconditional Election (Elección Incondicional)
L – Limited Atonement (Expiación Limitada)
I – Irresistible Grace (Gracia Irresistible)
P – Perseverance of the saint (Perseverancia de los santos)
Es difícil saber el origen de este acróstico, aunque la primera referencia escrita fue hecha en el 1913, en la revista “New Outlook” (volumen 104), donde se cita al Dr. Cleland B. McAfee como usando este acrónimo en una conferencia en el 1905, con un diferencia, y es que usó “Universal Soverignty” (Soberanía Universal) por la letra “U”.
Estas doctrinas fueron definitivamente asociadas con el Calvinismo como resultado de las conclusiones emanadas por el Sínodo de Dort (1618-1619, en Holanda), el cual fue convocado con la intención de responder a quienes fueron realmente los creadores de la lista de Doctrinas de la Gracia que popularmente conocemos como “Los Cinco Puntos del Calvinismo”, los seguidores de Jacobo Arminio. Sí, la lista de los Cinco Puntos tuvo su origen en los Arminianos. Arminio mismo era un reconocido maestro y defensor de las enseñanzas de Calvino, a quien “los dirigentes de la iglesia de Amsterdam le pidieron que refutara las opiniones del teólogo Dirck Koornhert, quien había atacado algunas de las doctrinas calvinistas, particularmente en lo que se refería a la predestinación” (Historia del Cristianismo, Justo L. González) pero quien terminara convencido por su adversario. A su muerte, sus seguidores plantean ante el clero sus desacuerdos con la enseñanza calvinista y los resumieron en los Cinco Puntos, junto a la posición que sostenían con respecto a cada uno. John Piper, en su libro Five Points: Towards a Deeper Experience of the Grace of God, dice lo siguiente:
“Los arminianos redactaron su credo en cinco artículos, y los presentaron ante las autoridades estatales de Holanda en 1610 bajo el nombre de Remonstrance [Protesta], firmado por cuarenta y seis ministros … Así que los llamados Cinco Puntos no fueron elegidos por los calvinistas como un resumen de su enseñanza. Surgieron como una respuesta a los arminianos que eligieron estos cinco puntos para estar en desacuerdo”.
Como habremos de ver en las próximas entregas, lo que está en juego entre una y otra posición es la Soberanía de Dios, su autoridad sobre su creación y sus criaturas. TULIP nos habrá de enseñar que Dios es Soberano, y nosotros dichosos de que en Su propósito eterno nos viera con amor y nos hiciera hijos suyos. El propósito final de todo lo creado es la gloria de su Creador.
Dios les bendice.
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