Hoy sólo quiero dar gracias al Señor.
Cuando valoro desde dónde he sido tomado y el camino que por seguro sin Su dirección habría transitado sólo puedo pensar en que su gracia es incomprensible y a veces inapreciable por mi como hijo suyo.
Me faltan tantas cosas por lograr, por tener, y sin embargo hoy comprendo que el valor de la suma de todos mis sueños no se comparan a la maravillosa provisión de Cristo en la cruz y del valor de su vida como resucitado en mi vida hoy. Puedo entender a Pablo cuando dice que «estamos completos en Él», pues aunque no tengo todo lo que quiero y aún lo que tengo no lo poseo en verdad, tengo en el Señor todo lo que necesito y mucho más. Hoy pudiera faltarme todo y todos aquí, y aunque habría en mi dolor y temor, no habría desesperación ni depresión, oscuridad: ¡El Dios al que fui ligado por Cristo me ama incluso en la disciplina!
Así, pues, el individuo, la persona que soy quiere dar gracias a Dios hoy y siempre.