La pregunta:“Tengo una inquietud… En mis años de cristiana veo un patrón que se repite una y otra vez y siempre el mismo resultado… he visto señoritas cristianas y que demuestran serlo con sus obras, pero un día se enamoran de un inconverso y el pastor les pone a elegir: Dios o el novio. Ellas siempre se inclinan por el novio y en ellas crece un sentimiento de que ya Dios no le interesa su vida y se sienten rechazadas por su pastor y su Iglesia. La pregunta: ¿es correcto que el pastor les ponga a elegir entre Dios o el novio?”
La respuesta: la Escritura ordena evitar caer en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6.14), estableciendo lo inútil que es al compararlo con la posibilidad de una comunión entre luz y tinieblas, el diablo y Cristo mismo. Si no hay, si es imposible que haya comunión entre Cristo y Satanás, entonces tampoco debe haber yugo desigual entre creyentes e incrédulos.
“No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo: HABITARÉ EN ELLOS, Y ANDARÉ ENTRE ELLOS; Y SERÉ SU DIOS, Y ELLOS SERÁN MI PUEBLO.” (2 Corintios 6:14-16 LBLA)
La expresión “yugo desigual” viene del campo, de cuándo se coloca el yugo para arar a los bueyes. Un “yugo desigual” ocurre cuando se colocan parejos dos bueyes de corpulencia y capacidad diferente: si uno es más alto, o más rápido, o más fuerte, impacta el desempeño del otro en la tarea; lo mismo ocurre cuando un creyente entra en una relación amorosa con una no creyente. Se supone que el propósito de un noviazgo es el matrimonio, incrementando aún más la carga y el yugo pesado; por mejor que se comporte un no creyente lo único que tendrá en común con el creyente es el pecado, por lo que el creyente estará constantemente expuesto a desobedecer y a pecar contra Dios no sólo al violar un mandato del Señor (“no os unáis en yugo desigual con los incrédulos”) pero al condescender con sus parejas en acciones pecaminosas, que es lo único que tienen en común.
Te anticipo que no es imposible ni improbable que un creyente verdadero se enamore o sienta atraído por un no creyente. Sin embargo, si decide ceder e involucrarse en la relación entonces está mostrando que su comunión y relación con Dios no estaba bien en primer lugar, pues prefiere obedecer a sus deseos antes que a Dios.
Para nosotros los creyentes es preferible recibir nada de Dios que cualquier “regalo” de Satanás.
Espero haberte sido de ayuda.