Probablemente la manera más simple de abordarlo habría de ser, considerando el contexto de la declaración y su similar en Corintios, que en lugar de unirnos en nuestras diferencias (es decir, identificar las diferencias como razón de con quién tener comunión y con quién no), en lugar de querer imponer nuestro criterio en cuanto a formas, más bien nos enfoquemos en aquellas cosas que nos unen, que nos hacen ser mejores y a la vez nos ayuda a hacer a nuestros hermanos mejores, algunas de las cuales menciona el apóstol en su carta a las iglesias de Efeso:
“Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”
Efesios 4:1-6 RVR1960
Sin embargo, es evidente que la paz no es el objetivo en sí mismo, tampoco la unidad: ambas tienen límites. El Señor no sólo ordena que no nos unamos en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6.14-17), también ordena que evitemos comunión con los que llamándose hermanos viven desordenadamente (1 Corintios 5.9-13). De la misma manera nos exige el Señor celo por la doctrina, no necesariamente por un aspecto de verdad o por un sistema teológico, pero por sí por toda La Verdad, la doctrina claramente revelada y enseñada en la Escritura, pues es esa Verdad la que nos enseña el carácter y el Ser de Dios al igual que la miseria y decadencia del ser humano, debiendo entonces el creyente evadir y rechazar a todos los que contravienen la “sana doctrina”. A los tales debemos denunciar, y evitar incluso el tener contacto con sus vestiduras.
“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.” Gálatas 1:6-9 RVR1960
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita… Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe.” 2 Timoteo 3:1-5, 8 RVR1960
“Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio.” Tito 3:10-11 RVR1960
“Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros. Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira procede de la verdad. ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiese al Hijo, tiene también al Padre.” 1 Juan 2:19-23 RVR1960
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que le dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.” 2 Juan 1:7-11 RVR1960
“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos… A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.” Judas 1:3, 22-23 RVR1960