¡No finjas amor!

En días como este es fácil sustituir el amor con envolturas de papel regalo, disimularlo con flores y confundirlo con chocolates y golosinas. Muchos cristianos han cuestionado la validez de esta celebración («San Valentín»), y para esta fecha se repite la pregunta en foros, blogs e iglesias cristianas de si un cristiano puede celebrar esta festividad, perdiendo de vista que celebrar el amor no tiene mal alguno; no sólo es que nuestro Señor resumió toda su ley en amarle Él por encima de todo y con todo lo que somos, y a nuestro prójmo como a nosotros mismos (Mateo 22:36-40), pero igualmente nos dejó como mandamiento el que nos amemos unos a otros (Juan 13:34); los apóstoles fueron por él inspirados a escribir:

«El amor no hace mal al prójimo» (Romanos 13:10 RVR1960)

«Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados» (1 Pedro 3:8 RVR 1960)

No, el problema no es la celebración o el día. El problema es que es teatro.

La Escritura describe al amor (pues es imposible definirlo) por medio de sus cualidades y acciones (1 Corintios 13:4-8), confirmando entonces que el amor más que sentirlo y decirlo, debe practicarse, y cualquiera que dice amar tiene en este pasaje el referente para observarse a sí mismo y sus acciones y entonces comprender qué tanto le falta para amar como Dios ama y espera que nosotros también amemos.

En días como estos nos confundimos al recibir e intercambiar presentes, pues los presentes no pueden compararse con las acciones que quien ama está supuesto a evidenciar en su propia vida y relaciones con aquellos a quienes ama.

Es por esto que el apóstol Pablo es movido por el Espíritu Santo a decir que no finajamos amar, pues sólo se puede amar amando.

«El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.»


Romanos‬ ‭12:9-10‬ ‭RVR1960‬‬

Pablo nos enseña que fingir el amor es malo, y no por los resultados pues la palabra para «malo» en el idioma original habla de algo que es esencialmente malo, naturalmente malo, es malo en la fuente misma, aún si los resultados parecen ser buenos. Es similar a la carnada que coloca el pescador novato para atrapar al pez: un llamativo y apetitoso gusano enclavado en el anzuelo, que atrae a su presa a la muerte, justo así es el amor fingido, parece ser deleitoso pero al final resulta en destrucción y muerte.

El antítodoto para curar el amor fingido no es el separarse, el evitar el contacto con los hipócritas, es más bien amar a todos como si fueran nuestra familia («amor fraternal» significa simplemente «amor de hermanos»), y en lugar de perseguir nuestro beneficio, procurar beneficiarles («honra» aquí significa «valoración») al darles a ellos el lugar que quisiéramos para nosotros mismos.

Si en lugar de sólo dar regalos nos dedicáramos a amar así, la sociedad sería diferente.

Que nuestro buen Dios nos enseñe a Amar como Él ama (2 Tesalonicenses 3.5).

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