INTEGRIDAD (Tercera Parte)
“Mejor es el pobre que camina en integridad, Que el de perversos labios y fatuo.” (Proverbios 19.1, RVR60)
Es una buena noticia que la pobreza no es un obstáculo a la virtud, al buen carácter, a la fidelidad o a la integridad. Todo lo contrario. La bendición de ser pobre pasa por los propósitos de Dios para facilitar el espacio en nuestras almas, para que amemos lo que verdaderamente tiene sentido amar y nos ocupemos de lo vale la pena cultivar.
Bien que hay quienes optan por llenar ese espacio con la codicia dañina, la avaricia y hasta el colmar su alma de la vanidad de este mundo o el oropel de la vida. Pero eso suele ser el fruto de una pobre instrucción, malos modelos y hasta la carencia de aquellos padres que lejos de modelar la verdad prefieren modelar la miseria de esta vida pasajera, negándoles a los suyos el camino a la vida que siempre es andar gustando a Dios, gustando su palabra.
Con todo, siempre es mejor ser pobre respecto a las cosas relativas y pasajera, al mismo tiempo que adornar la vida con un carácter que firmemente aspira a la rectitud, la justicia y la bondad. Muy superior a alguien que muy a pesar de poseer todas las cosas aquí, y gozar del bienestar de la abundancia, en lugar de ser agradecido cultivando la humildad, es dado a la vanidad de tal forma que su hablar les denuncia como necio y sus actos les acusan de mentiroso, falaz.
Hoy es un día nuevo. Una nueva oportunidad de elegir, de decidir para quién o para qué lo viviré. Jesús y los que como él aspiramos agradar a Dios ya hemos decidido: Hoy vamos a emplear este día en esforzarnos en agradarles a él en todo lo que digamos y hagamos, procurando que su nombre sea glorificado y nosotros regocijados en él, esforzándonos por ser íntegramente fieles a sus propósitos, convirtiendo éste día en una bendición. (Santiago 5:1-12).
¡Qué el Señor nos ayude! Bendiciones, seguimos orando.
En Cristo:
