INTEGRIDAD (V)
“Mejor es el pobre que camina en su integridad, Que el de perversos caminos y rico.” (Proverbios 28.6, RVR60)
Entre aquellas capacidades que nos hacen únicos en la creación está la capacidad y gracia de valorar, aquilatar, dimensionar, decidir positivamente, discriminar entre las cosas en función de su verdadero valor respecto a nuestras vida espiritual, y sus implicaciones políticas y económicas.
En este proverbio el sentido de valoración nos refiere a la certidumbre que genera la adecuada conciencia de mi condición “económica” y sus límites, respecto a lo que poseo y su incidencia en mi vida espiritual como superior, contrastada con aquel cuya realidad “Política” le conduce la ruina en la totalidad de su existencia.
Vivir adecuadamente, según Dios y su palabra es la resultante de la adecuada valoración de mi realidad espiritual y su incidencia, respecto a Su persona, Su gracia y recursos eternos, permanentes, finales y demandantes a mi favor. Ello implica mantenerse firme en una correcta y adecuada jerarquización cotidiana de Dios, Su persona, Su Palabra y Sus valores, Su voluntad, metas y propósitos respecto a la oferta del mundo y sus oferta de satisfacción espiritual instantánea y pasajera desde los valores económicos y políticos relativos desde los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
Como se puede ver, las opciones para una vida significativa no son muchas, fundamentalmente dos. Jesús les llamo: Mundo, campo, plantío, sembrado, camino, puerta, árboles, tesoros, y hasta la actividad de dos hombres que construyen una casa (cada uno la suya). Por igual las consecuencias no son tantísimas: Se consigue lo deseado en el tiempo y para la eternidad al costo relativamente alto de la vida, o se vive aquí como si lo ha conseguido, aparentemente satisfecho expuesto a la miseria de perderlo todo en cualquier instante aquí, ahora y para la eternidad.
El asunto es que tú decides: Jesús y su oferta de vida con sus potenciales carencias, dificultades, problemas, obstáculos, pruebas, y tribulación hacia la gloria eterna o la preciosa y aparente posesión de riquezas que son de carácter temporal e igualmente corruptas y corruptibles, que al disfrutarse lejos de Dios y Sus designios, no pueden acompañarnos en la eternidad y mucho menos asegurarnos un lugar entre los escogidos de Dios.
¡Qué el Señor nos ayude! Bendiciones, seguimos orando.
En Cristo:
