La evidencia de la misericordia de Cristo

Quizás, mirando la evidencia de tu vida, no sabes qué concluir, excepto que esta misericordia de Dios en Cristo te ha pasado de largo. Tal vez has sido maltratado profundamente incomprendido, traicionado por la única persona en la que deberías haber podido confiar; te sientes abandonado y que se han aprovechado de ti. Quizás llevas un dolor que nunca sanará hasta que estés muerto. Si mi vida es una evidencia de la misericordia de Dios en Cristo -podrías pensar-, entonces no me resulta impresionante.

A ti te digo que la evidencia de la misericordia de Cristo hacia ti no es tu vida. La evidencia de Su misericordia hacia ti es su vida: maltratado, incomprendido, traicionado, abandonado. Eternamente. En tu lugar.

Si Dios envió a Su propio Hijo a caminar por el valle de la condenación, el rechazo y el infierno, puedes confiar en Él mientras caminas por tus propios valles en tu camino al cielo.

Quizás tengas dificultades para recibir la rica misericordia de Dios en Cristo, no por lo que otros te han hecho, sino por lo que has hecho para estropear tu vida; tal vez por una gran e insensata decisión o tal vez por diez mil pequeñas malas decisiones. Has desperdiciado Su misericordia, y lo sabes. A ti te digo, ¿sabes qué hace Jesús con los que malgastan Su misericordia? Derrama más misericordia. Dios es rico en misericordia. Eso es lo importante.

Ya sea que hayamos pecado cayendo en la miseria o que hayan pecado en contra nuestra, la Biblia dice que Dios no es tacaño en misericordia, sino generoso; no es austero, sino pródigo; no es pobre, sino rico.

Que Dios sea rico en misericordia significa que tus recovecos de más profunda vergüenza y pesar no son hoteles a través de los cuales pasa la misericordia divina, sino hogares en los que permanece.

Significa que las cosas sobre ti que te hacen estremecer más hacen que Él te abrace más fuerte.

Significa que Su misericordia no es calculadora y cautelosa, como la nuestra. Es desenfrenada, parecida a una inundación, arrasadora, magnánima. Significa que nuestra inquietante vergüenza no es un problema para Él, sino que es en lo que más le gusta trabajar.

Significa que nuestros pecados no causan que Su amor disminuya. Nuestros pecados hacen que Su amor brote aún más.

Significa que ese día, cuando estemos frente a Él, en silencio y sin prisa, lloraremos de alivio, sorprendidos de la empobrecida visión que teníamos sobre Su corazón rico en misericordia.

Dane Ortlund, en “Manso y Humilde”

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